Claves
para la oración respondida
Por
Fred
R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Nota: Todas las
Escrituras han sido traducidas de The Holy Bible In Its Original Order (La
Santa Biblia en Su orden Original), segunda edición.
La oración es el vínculo más vital entre Dios y el ser humano.
Pero hay mucha confusión sobre cómo orar, y como hacer que nuestras oraciones
sean respondidas. La mayoría de las religiones, ya sean cristianas o no,
cuentan con algún tipo de oración. Muchas tienen formas de orar donde se usan
cánticos, o repeticiones continuas de ciertas palabras. Algunas veces se
utilizan devotamente los abalorios del “rosario,” pues se dice que cada
abalorio simboliza o representa algo. La gente ora ante ídolos, crucifijos,
íconos, y fotos, esperando que de alguna manera éstos hagan que sus oraciones
sean más efectivas. En casos muy raros, se ha sabido de personas que se
torturan a sí mismas en ceremonias raras, convencidas de que tal sufrimiento
tan sangriento está apelando a Dios de manera especial.
En el judaísmo, las oraciones previamente escritas son recitadas
en casi toda ocasión, y las bendiciones obligatorias son pronunciadas por
judíos devotos a lo largo del día. Los chales de oración se usan con frecuencia
para parecer más piadosos.
Las religiones orientales como en el Tíbet, han utilizado las
ruedas de oración durante siglos. Primero se escribiría la oración sobre la
rueda; después, cada vez que la rueda ha girado, la oración fue supuestamente
enviada al cielo. (Nosotros tenemos programas computacionales similares hoy en
día, que pueden repetir oraciones especificadas por el usuario todo el día.)
Los católicos y budistas usan velas, al creer que las oraciones se elevan al
cielo junto con el humo de las velas encendidas.
Pero tales oraciones paganas ritualizadas no van más allá
del girar de la rueda, ni del humo de la vela, ni de la repetición electrónica
de una computadora. A Dios no le interesan los cantos, ni las frases repetidas
sin fin, ni la digitación supersticiosa de abalorios. Tales métodos son mecánicos,
y no tienen nada que ver con la oración bíblica verdadera. De hecho, las
oraciones rituales sólo son evidencia de que estamos demasiado ocupados, como
para realmente orar de nuestros corazones.
La verdad es que Dios no quiere que oremos en ninguna de
éstas maneras. Las claves para una oración verdaderamente sincera que Dios
escuchará y responderá están contenidas en la Biblia, no en los preceptos, ni
supersticiones, ni en tradiciones o inventos de hombres.
Como No Orar
Jesucristo, en cuyo nombre deben orar todos los cristianos, dio
instrucciones precisas de cómo no orar. Después de haber explicado
claramente que los cristianos no deben hacer sus “caridades” u obras religiosas
delante de otros, para ser vistos por ellos, Él continuo diciendo, “Y
cuando oren, no serán como los hipócritas, porque ellos aman orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles, con el fin de que
puedan ser vistos por los hombres. Verdaderamente les digo, ellos tienen
su recompensa. Pero ustedes, cuando oren, entren en un cuarto privado; y
después de cerrar la puerta, oren a su Padre que esta en secreto;
y su Padre que ve en secreto los recompensará abiertamente. Y cuando oren, no
usen vanas repeticiones, como hacen los paganos; porque ellos
piensan que por multiplicar sus palabras serán escuchados. Ahora pues, no
sean como ellos; porque su Padre sabe de qué cosas tienen necesidad antes
de que ustedes Le pidan.” (Mateo 6:5-8).
En el encuentro del profeta Elías con los profetas de Baal, se
muestra un ejemplo vívido de las instrucciones de Cristo. En este caso, el
pueblo de Israel estaba siguiendo a Baal, el supuesto dios sol, pero se
aferraba a la idea de que podían adorar al verdadero Dios utilizando métodos
paganos. Noten la respuesta de Elías: “Y Elías vino a todo el pueblo
y dijo, “¿Cuánto tiempo vacilarán entre dos opiniones diferentes? Si el SEÑOR es
Dios, síganlo. Pero si Baal es Dios, entonces síganlo.” Y el pueblo no
le respondió ni una palabra.
Y Elías dijo al pueblo, “Yo, sólo yo, quedo como profeta del
SEÑOR. Pero los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta hombres. Ahora
dennos dos toros, y ellos escojan un toro para sí mismos, y córtenlo en pedazos
y pónganlo sobre madera. Pero no coloquen fuego bajo el. Y yo arreglaré
el otro toro y lo pondré sobre madera, y no colocaré fuego bajo el.
Y llamen en el nombre de sus dioses, y yo llamaré en el nombre del SEÑOR. Y
será, el Dios que responda por fuego, Él es Dios.” Y todo el pueblo respondió y
dijo, “La palabra es buena.”
Y Elías dijo a los profetas de Baal, “Escojan un toro para sí
mismos, y preparen primero, porque ustedes son muchos. Y llamen en el
nombre de su dios, pero no coloquen fuego bajo el.” Entonces
tomaron el toro el cual les fue dado, y lo prepararon, y llamaron en el nombre
de Baal desde la mañana incluso hasta el medio día, diciendo, “Oh
Baal, escúchanos.” Pero no hubo voz, ni alguno quien respondiera. Entonces
saltaron hacia el altar que fue hecho.
Entonces sucedió al medio día que Elías se burlaba de ellos
y dijo, “Griten duro con una gran voz, porque él es un dios. O está
meditando, o está buscando, o está en un viaje. ¡Tal vez está dormido y debe
ser despertado!” Y ellos gritaron con una fuerte voz y se cortaban ellos mismos
con cuchillos y lanzas hasta que la sangre chorreaba sobre ellos.
Entonces sucedió cuando el medio día había pasado, y cuando
profetizaron hasta la ofrenda de oblación de Elías, no hubo ni voz, ni
alguno para responder, ni nadie quien prestara atención.” (I Reyes
18:21-29).
Después, Elías llamó a la gente para que se acercara, construyó el
altar, colocó la leña y preparó el buey en orden. Después derramó cuatro
barriles de agua sobre el sacrificio tres veces hasta que lo empapó, y la zanja
alrededor del altar estaba llena de agua.
Cuando Elías oró, la oración no fue larga, ni ruidosa, ni
sangrienta por flagelación propia; más bien fue corta y creyente. Él dijo, ““SEÑOR,
el Dios de Abraham, Isaac, y de Israel, sea conocido este día que Tú eres
Dios en Israel, y que yo soy Tu siervo, y que he hecho todas estas cosas por Tu
palabra. Óyeme, Oh SEÑOR, óyeme, que este pueblo pueda saber que Tú eres
el SEÑOR Dios, y que Tú has vuelto sus corazones nuevamente.”
Entonces el fuego del SEÑOR cayó y consumió el holocausto y la
madera, y las piedras y el polvo, y lamió el agua que estaba en la
zanja. Y cuando todo el pueblo vio, cayeron sobre sus caras. Y dijeron, “¡El
SEÑOR, Él es el Dios! ¡El SEÑOR, Él es el Dios!”” (I Reyes 18:36-39).
Lo mismo aplica para nosotros hoy. ¿En realidad amamos, creemos, y
tenemos fe en el Dios verdadero?, o ¿tenemos una “religión” que es confortable,
que nos permite hacer lo que nos plazca? Éste acontecimiento muestra que Dios
oirá y contestará nuestras oraciones, y que no necesitamos orar como los
paganos.
¿Por qué las Oraciones No son Respondidas?
En Isaías 59 encontramos razones de Dios, por las cuales algunas
oraciones no son respondidas. “He aquí, la mano del SEÑOR no esta
acortada que no pueda salvar, ni esta Su oído pesado que no pueda oír. Pero sus
iniquidades han venido entre ustedes y su Dios, y sus pecados han escondido de
ustedes Su cara, que Él no oirá. Porque sus manos están profanadas
con sangre, y sus dedos con iniquidad; sus labios han hablado mentiras, su lengua ha murmurado perversidad. Nadie exige justicia, ni
alguien aboga por la verdad; ellos confían en vanidad y hablan mentiras.
Conciben malicia y dan a luz iniquidad.” (Isaías 59:1-4).
Las personas afirman creer en Dios y en paz, pero el resultado de
los caminos del hombre son muerte y destrucción masiva. Los líderes de gobierno
sostienen desayunos de oración, misas religiosas, y usan el nombre de Dios como
si Él apoyara sus esfuerzos—mientras que la mentira, la corrupción, y los robos
están a la orden del día. La oración es un problema controversial en las
escuelas públicas, mientras que los deportes, las drogas, los placeres, y la
inmoralidad, parecen ser el plan de estudios principal en demasiadas escuelas.
Muchos líderes religiosos legislan dogmas y tradiciones como si
fueran más importantes que la Palabra Santa de Dios, promoviendo así las
prácticas ideadas por el hombre, aprendidas por rutina: “Y el
SEÑOR dijo, “Porque este pueblo se acerca a Mí con sus bocas, y con
sus labios Me honran, pero su adoración de Mí es conforme a las tradiciones de
hombres aprendidas por rutina, y su temor hacia Mi es enseñado por los
mandamientos de hombres; por tanto, he aquí, procederé a hacer de nuevo una
obra estupenda entre este pueblo, incluso una obra estupenda y una
maravilla, porque la sabiduría de sus sabios morirá, y la sabiduría de sus
inteligentes desaparecerá.”” (Isaías 29:13-14).
Todas estas prácticas constituyen el pecado. Los pecados y las
iniquidades nos separan de Dios, y resultan en oraciones sin respuesta. La
mayoría de las personas no saben lo que es el pecado. ¡El pecado es el quebrantamiento
de las leyes y mandamientos de Dios (I Juan 3:4)! Las religiones de éste mundo
insisten que Dios acepta su adoración y sus oraciones vanas. Pero Dios detesta
tales prácticas porque al usar Su nombre, están haciendo que les sirva
con sus pecados: “Sin embargo, tú no Me has llamado, Oh Jacob; y mucho menos te has
preocupado por Mí, Oh Israel.… [Sino que] Me has hecho servir con tus pecados; Me has cansado con tus
iniquidades. Yo, incluso Yo, soy
Quien borro tus transgresiones por amor a Mi mismo, y no recordaré tus pecados.
Ponme en recuerdo; entremos juntos en juicio; declárate a ti mismo, que puedas
ser justificado” (Isaías 43:22, 24-26).
Nosotros debemos adorar a Dios en espíritu y
verdad
Dios
es Espíritu, y no hay necesidad de adorarlo con la ayuda de cosas físicas. Dios
está interesado en la actitud y en la intención del corazón
de una persona—no en los ídolos, abalorios, o en cantos hipnóticos.
Esto
es lo que Jesús dijo sobre la adoración a Dios. “Pero la hora viene, y ahora
es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque el Padre ciertamente esta buscando a aquellos que lo adoren
en esta manera. Dios es Espíritu; y aquellos que Lo adoran deben adorar en
espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24).
Jesús
dijo que la Palabra de Dios era la verdad (Juan 17:17). Entonces, si
debemos de adorar a Dios en espíritu y en verdad, debemos de
adorarle y orarle a Él, de acuerdo a las instrucciones en Su Palabra Santa. En
realidad, esta es una extensión de amar a Dios con todo nuestro corazón, con
toda nuestra mente, y con toda nuestro ser.
Ocho
claves para la oración respondida
A continuación
están ocho claves bíblicas para la oración respondida. Es importante que usted
busque y estudie cada uno de los pasajes mencionados, probado la verdad de la
Palabra de Dios.
1)
ORAR DE ACUERDO A LA VOLUNTAD DE DIOS
Mateo 6:10
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Santiago 4:1-4
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Juan 5:30
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Daniel 3:16-18
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I Juan 5:16-17
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Lucas 22:42
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2)
CREERLE A DIOS Y LO QUE DICE EN SU PALABRA
Hebreos 3:12
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Romanos 4:20-21
|
Marcos 11:20-26
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Mateo 8:5-13
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Santiago 1:5-7
|
Marcos
9: 14-29
|
Santiago 2:5-26
|
Hechos 17:11
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|
3)
ESTAR ARREPENTIDO Y BUSCAR A DIOS DESDE SU CORAZON
Isaías 1:15-20
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Joel 2:12-14
|
II Crónicas 15:2
|
Isaías 55:6-11
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Hechos 3:19
|
I
Juan 1: 6-10
|
Lucas 18:9-14
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|
4)
SER FERVIENTE Y CELOSO
Santiago 5:16
|
Hebreos 5:11-14
|
Lucas 22:43-44
|
Oseas 7:14
|
Apocalipsis 3:14-21
|
Efesios 6:18
|
5)
TENER TEMOR DE DIOS Y HUMILDAD
Salmos 111:10
|
Mateo 10:28
|
Hebreos 4:1-16
|
Mateo 15:21-28
|
Lucas 18:9-14
|
Isaías 66:1-2
|
I Pedro 5:5-10
|
Santiago 4:6-10
|
|
6)
SER PERSISTENTE Y NUNCA RENDIRSE
Lucas 11:1-13
|
Lucas 18:1-8
|
Efesios 6:18
|
Romanos 12:12
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I Tesalonicenses 5:17
|
Colosenses 4:2-3
|
Colosenses 3:17
|
Filipenses 4:6
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7)
SER OBEDIENTE A LAS LEYES Y MANDAMIENTOS DE DIOS
Juan 14:13-24
|
Romanos 6:16
|
Juan 15:1-17
|
I Juan 2:3-6
|
I Juan 3:4
|
I Juan 3:18-24
|
I Juan 5:1-3
|
Hechos 5:32
|
I Pedro 1:14, 22
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Proverbios 15:8, 29
|
Proverbios 28:9
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I Pedro 2:1-2
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8)
ORAR DIRECTAMENTE A DIOS EL PADRE EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO
Juan 14:13-14
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Juan 15:7, 16
|
Juan 16:23-27
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Hechos 4:12
|
Filipenses 4:7-9
|
Romanos 8:9, 39
|
La “Oración del Señor”—Una
Oración Modelo
Muchos creyentes nuevos
preguntan, “¿Cómo puedo orar a Dios apropiadamente?” Esa es una buena
pregunta—incluso los discípulos de Jesús le preguntaron, “Señor,
enséñanos cómo orar...” (Lucas 11:1). En respuesta, Cristo dio lo que puede ser
considerada una oración modelo—la llamada “oración del Señor” encontrada
en Mateo 6:9-13 y Lucas 11:1-4.
Contraria a la opinión
popular, la “oración del Señor” no debe ser recitada repetidamente; más
bien, fue dada por Jesús como un patrón de enseñanza de lo que uno debe
cubrir cuando se ora a Dios. De hecho, cada frase de la “oración modelo” de
Jesús es instructiva. (La verdadera “oración del Señor,” es una que él en
realidad oró—Juan17. Todo el capítulo es la oración que Jesús oró justo antes
de Su arresto. Noten que incluso Juan 17, sigue el patrón que Jesús dio en Su
“oración modelo.”)
Si usted va a seguir este
modelo como una guía bíblica, sus oraciones van a ser respondidas.
Siempre recuerde, “El sacrificio [u oración] del malvado es una abominación al SEÑOR, pero la
oración del recto es Su deleite.…
El SEÑOR esta lejos del malo, pero
oye la oración de los justos” (Proverbios
15:8, 29).
·
Padre Nuestro Que estás en el cielo.
Nosotros debemos de orar a Dios, dirigiéndonos a Él como nuestro Padre
amoroso. Debemos de reconocer Su supremacía sobre todo el universo, y expresar
gratitud por Su llamamiento a una relación personal con Él y con Su Hijo. Es
importante que nos acerquemos a Dios, tal y como se acercaría un niño o niña a
su padre humano—con respeto y admiración, ansiosos por compartir
nuestras vidas con Él, viéndolo a Él como la persona que cuida de cada una de
nuestras necesidades.
En
la noche en que fue arrestado, Jesús instruyó a Sus discípulos a orar directamente
al Padre—no a Jesús mismo, ni a la “Virgen María,” ni a ningún otro
supuesto “santo intermediario.” Noten: “Y en ese día no Me pedirán
nada. Verdaderamente, verdaderamente les digo, cualquier cosa que pidieran
al Padre en Mi nombre, Él les dará. Hasta este día, ustedes no han pedido
nada en Mi nombre. Pidan, y recibirán, para que su gozo pueda ser completo.… En
ese día, ustedes pedirán en Mi nombre; y no les digo que rogaré al Padre por
ustedes, porque el Padre mismo los ama, porque ustedes Me han amado, y
han creído que salí de Dios” (Juan 16:23-24, 26-27).
Jesucristo
es nuestro sumo sacerdote en el cielo, sentado a la diestra de Dios el Padre
para interceder por nosotros. Pablo escribe que debemos acercarnos a Dios en
humildad, pero con audacia: “Porque la Palabra de Dios es viva
y poderosa, y mas afilada que cualquier espada de dos filos, penetrando incluso
a los pedazos divididos de alma y espíritu, de coyunturas y médula, y es
capaz de discernir los pensamientos e intenciones del corazón. Y no
hay una cosa creada que no sea manifiesta a Su vista; pero todas las cosas están
desnudas y descubiertas delante de Sus ojos a Quien debemos dar cuenta.
“Teniendo
por lo tanto un gran Sumo Sacerdote, Quien ha pasado a los cielos, Jesús
el Hijo de Dios, deberíamos sujetar firme la confesión de nuestra fe. Porque
no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno Quien fue tentado en todas las cosas de acuerdo a la semejanza
de nuestras propias tentaciones; aunque Él fue sin pecado. Por lo
tanto, deberíamos venir con audacia al trono de gracia, para que podamos
recibir misericordia y encontrar gracia para ayuda en tiempo de necesidad”
(Hebreos 4:12-16).
·
Santificado sea Tu Nombre. Nosotros debemos honrar a
Dios por su grandeza, pidiendo que su nombre sea “santificado” o sea
hecho santo en toda la tierra. Al final, cuando el Reino de Dios sea establecido
completamente sobre toda la tierra por Jesús, el nombre del Padre será hecho
santo en las mentes y corazones de toda la humanidad. Nuestro deseo más íntimo
debe ser que todos vengan a reverenciar el santo nombre de Dios.
·
Tu reino venga. Nosotros debemos buscar el Reino de
Dios primero (Mateo 6:33). Por consecuencia, nosotros debemos pedir que
Dios establezca Su reino pronto, por medio del regreso de Jesús a esta tierra.
Mientras nosotros “suspiramos y lloramos” por las abominaciones de éste mundo
(Ezequiel 9:4), nosotros debemos de exaltar la grandeza de ese reino venidero,
hablando detalladamente con Dios sobre lo maravillosa que será esa era
venidera—contrastándola con las penas de ésta era presente. Éste es un elemento
clave de nuestra vida de oración, ya que refuerza nuestro deseo y anhelo por el
reino de Dios, mientras enfatiza la necesidad de prepararnos personalmente para
ese reino.
·
Tu voluntad sea hecha sobre la tierra como en el cielo.
Así como la voluntad de Dios siempre se hace en el cielo, nosotros debemos
buscar que Su voluntad sea alcanzada aquí en la tierra. Al final, esto se hará
a través el establecimiento de Su reino. Mientras tanto, nosotros debemos
buscar Su voluntad para nuestras vidas—pidiéndole que nos ayude a
entender lo que Él quiere para nosotros y para nuestros seres queridos. Nuestro
enfoque no debe estar basado en lo que nosotros queremos, sino en lo que Dios
realmente quiere lograr tanto en nuestras vidas, como en la Iglesia. Nosotros
oramos “Sea hecha Tu voluntad,” sabiendo que Dios siempre tiene nuestro mejor
interés en el corazón (I Pedro 5:6-7). Es importante que mientras oramos para
que se logre la voluntad de Dios, nosotros estemos listos y dispuestos a entregarnos
a Su voluntad en cada área de nuestras vidas—arrepintiéndonos de cualquier
pecado que se oponga a Su voluntad.
·
Danos este día nuestro pan diario.
Como nuestro Padre amoroso, Dios quiere que lo busquemos para nuestras
necesidades físicas y espirituales. Él promete cuidarnos en todos los sentidos
(Mateo 6:25-34); pero, para cuidarnos de no darlo por sentado, nosotros
necesitamos pedírselo (Mateo 7:7-11). No es egoísta ni está mal, que discutamos
nuestras necesidades con Él—así que sea específico. Mientras le pidamos
de acuerdo a Su voluntad, podemos continuar trayendo nuestras necesidades
pacientemente ante Dios (Lucas 18:1-8). Sobre todo, no seamos negligentes en
pedir por fuerza y guía diarias—nuestro pan espiritual. También, pida
que Dios cuide de las necesidades de los demás.
·
Y
perdónanos nuestras deudas, como nosotros también perdonamos a nuestros
deudores. Nosotros debemos reconocer que aún nos quedamos cortos y
pecamos. Pida el perdón de Dios, confesando sus pecados específicos.
Agradézcale a Dios por el sacrificio supremo de Jesús, reconociendo que es a
través de Su sangre derramada, que nosotros tenemos perdón y reconciliación.
Pídale a Dios que lo fortalezca en éstas áreas en particular, para que no
tropiece y peque de nuevo—renovando su compromiso para superación. También,
pídale a Dios que le muestre las áreas de su vida donde pueda estar pecando sin
saberlo. Siguiendo el ejemplo de David, use el Salmo 51 como una guía para ir
ante Dios en arrepentimiento por sus pecados.
Un aspecto clave de pedir perdón, es que nosotros debemos de perdonar
a otros de cualquier y de todas las ofensas contra nosotros. Dios no nos
perdonará si nosotros nos aferramos a rencores, o si albergamos ira contra
otros, Pídale a Dios que le ayude a ser perdonador.
·
Y
no nos hagas entrar en [juicio y prueba] sino rescátanos del maligno.
Dios no nos tienta con el pecado; nosotros somos tentados y extraviados
principalmente por nuestros propios deseos egoístas (Santiago 1:13-14). Aquí el
punto es que oremos para que no tengamos necesidad de ser
corregidos por juicios dolorosos—y pedirle a Dios que nos guíe y nos fortalezca
para pelear espiritualmente contra nuestro enemigo, Satanás el diablo (I Pedro
5:8). De nuevo, sea específico sobre las batallas que enfrenta mientras lucha
para vencer su propia naturaleza, y el mundo de Satanás.
·
Porque
Tuyo es el reino y el poder y la gloria por siempre. Amen. Así como usted
comienza alabando a Dios por Su grandeza y gloria, termine su oración exaltando
Su grandeza, Su poder, y Su gloria. Tenga en cuenta una vez más la venida de Su
reino, Su voluntad perfecta, y Su asombroso amor por nosotros con acción de
gracias. Como se nos instruye en Juan 14:13-14, nosotros debemos de concluir
nuestras oraciones pidiéndole al Padre en el nombre de Jesús. De hecho,
es por medio de Cristo que podemos orar al Padre. Finalmente, la palabra “Amen”
simplemente significa “así sea.
Puntos Adicionales para la
Oración Efectiva
·
Un tono “formal” es innecesario y puede dificultar sus oraciones.
Siempre tenga presente honrar a Dios, pero use un tono “conversacional”—que en
realidad fomente la intimidad. Dios quiere que nos dirijamos a Él como a un
Padre amado. Nosotros debemos sentirnos seguros, apreciados, y amados en Su
presencia. No debemos usar palabras repetidas que “suenen religiosas,” ni un
tono almibarado con Dios—sino rogarle como un niño lo haría con su padre
humano.
·
La conversación con Dios es una calle de dos vías. Dios nos habla
mientras leemos Su Palabra—así que nunca descuide su estudio Bíblico.
·
La oración debe llevarse a cabo en privado (Mateo 6:6) donde
habrá mínimas distracciones.
·
No “haga tiempo para la oración”—eso no es realmente poner a Dios
primero. Más bien, construya su día en torno a su relación con Dios,
programando primero la oración. La oración diaria se volverá un hábito
fijo con el tiempo—así que adhiérase a ella.
·
Valore la oportunidad de desarrollar una relación fuerte y
duradera con su Padre espiritual, a través de la oración. Usted debe orar
diariamente.
·
Dios no escuchará sus oraciones si usted está viviendo en pecado.
“He aquí, la mano del SEÑOR no esta acortada que no pueda salvar, ni
esta Su oído pesado que no pueda oír. Pero sus iniquidades han venido entre
ustedes y su Dios, y sus pecados han escondido de ustedes Su cara, que
Él no oirá.” (Isaías 59:1-2).
¿Qué clase de persona tendrá
la atención de Dios? En realidad no tiene nada que ver con el lugar en donde
“asiste a la iglesia” o donde convive; tiene todo que ver con su corazón y su
manera de pensar. “...Pero a éste miraré, a aquel que es de espíritu pobre y
arrepentido y que tiembla a Mi Palabra” (Isaías 66:2). También, “...los
ojos del Señor están sobre los justos, y Sus oídos están
abiertos a sus súplicas” (I Pedro 3:12).
·
Nunca sienta que Dios escucha algunas oraciones, mientras ignora
otras. El apóstol Pedro dijo, “De una verdad percibo que
Dios no es un discriminador de personas, Pero en cada nación, aquel que Le
teme y obra justicia es aceptable para Él” (Hechos
10:34-35).
·
¿Con qué frecuencia debemos orar? El
apóstol Pablo escribió que debemos de orar sin cesar (I Tesalonicenses 5:17).
Obviamente, esto no significa que debemos orar durante todo el día, pero si
debemos hacer de la oración una parte continua de nuestras vidas (esto también
puede significar estar en un espíritu de oración continuo durante el
día). David dijo que él oraba tarde, mañana, y mediodía (Salmos 55:17); cuando
Daniel pasaba por un momento difícil en particular, él oraba tres veces al día
(Daniel 6:10). En algunas ocasiones Jesús comenzaba su día temprano, antes del
alba, para tener tiempo extra de oración (Marcos 1:35). Claramente, uno debe
orar más de una vez cada día.
·
Cuando usted ore, crea que Dios escucha y que Él
responderá. “Pero que pida en fe, no dudando en absoluto porque el que duda es
como una ola del mar que es llevada por el viento y echada de un lado a otro.
Que tal hombre no espere que recibirá algo del Señor”
(Santiago 1:6-7). También, “Por esta razón les digo, todas las cosas
que pidan cuando estén orando, crean que las recibirán, y les
serán dadas” (Marcos 11:24). “Y esta es la confianza que
tenemos hacia Él: que si pedimos cualquier cosa de acuerdo a Su voluntad, Él
nos oye” (I Juan 5:14).
·
De nuevo, Dios tiene condiciones para responder las
oraciones. “Y cualquier cosa que podamos pedir recibiremos de Él porque
guardamos Sus mandamientos y practicamos aquellas cosas que son agradables a Su
vista” (I Juan 3:22).
·
En toda la Biblia, el ejemplo es orar a Dios estando de rodillas.
Usted puede orar en silencio, pero también debe orar en voz alta
algunas veces.
·
Utilice el libro de los Salmos en sus oraciones, ya que muchos de
ellos son oraciones en realidad. Léalos en voz alta hacia Dios, agregando sus
propios pensamientos y comentarios.
No permita que la oración se convierta en una lista larga de lo
que usted espera de Dios. Más bien, pase un tiempo considerable orando
por las necesidades de los demás (incluso por sus enemigos). La oración
enfocada apropiadamente puede ayudar a los creyentes a volverse mas sociables,
desinteresados, y preocupados por otros.