CAPITULO ONCE
(Tomado del libro “¿Señor, qué debo hacer yo?”)
Lo que Dios requiere de los Ministros
Por
Fred R. Coulter
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Dios
está tratando y probando continuamente a cada ministro y pastor, para
determinar quienes le aman a Él y a Su Palabra en realidad. De hecho, Dios está
haciendo una distinción entre los ministros que predican Su Palabra fielmente
en verdad, y aquellos que, en complacencia y negligencia, fracasan en
proveer para las necesidades espirituales de sus congregaciones. Dios también
está tomando nota de aquellos que solo están buscando posición, prestigio y
poder.
Cada
ministro de Jesucristo necesita examinar su propia mente y corazón
cuidadosamente, para evaluar honestamente sus motivos personales
para estar en el ministerio. Esta es la auto-examinación a la cual Cristo
requería que se sometiera el apóstol Pedro. Cada ministro debería aplicarse a
sí mismo esta prueba de las Escrituras:
“Por
tanto, cuando habían terminado de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro, ‘Simón, hijo
de Jonás, ¿Me amas mas que a estos?’ Y él le dijo, ‘Si, Señor. Sabes
que Te amo.’ Él le dijo, ‘alimenta Mis corderos.’
“Él le
dijo de nuevo una segunda vez, ‘Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas?’ Y
él le dijo, ‘Si, Señor. Sabes que Te amo.’ Él le dijo, ‘Pastorea Mis ovejas.’
“Él
le dijo la tercera vez, ‘Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas?’ Pedro estaba
afligido porque Él le dijo la tercera vez, ‘¿Me amas?’ Y él le dijo, ‘Señor, Tu
sabes todas las cosas. Sabes que Te amo.’ Jesús le dijo, ‘alimenta Mis
ovejas.’” (Juan 21:15-17).
Cada
ministro que tiene el Espíritu de Dios ha sido encomendado a ésta comisión, así
como Jesús comisionó a Pedro. Cada ministro
necesita saber que el propósito mismo de su llamamiento, es alimentar a las
ovejas de Dios—los hermanos de Jesucristo. Si algún hombre es ministro por cualquier
otra razón, su ministerio será superficial e inefectivo.
Aquellos
ministros que de verdad aman a Jesús continuarán predicando toda la verdad de
Dios, aun estando en riesgo de pérdida personal o de privación, tal como Pablo
instruyó a Timoteo:
“Y
que desde niño has conocido los sagrados escritos, los cuales son capaces de
hacerte sabio hacia salvación a través de fe, la cual es en Cristo
Jesús. Toda la Escritura es respirada por Dios y es útil para
doctrina, para convicción, para corrección, para instrucción en justicia; Para
que el hombre de Dios pueda ser completo, totalmente equipado para toda buena
obra…. Te encargo, por tanto, a la vista de Dios, incluso del Señor
Jesucristo, Quien está listo para juzgar a los vivos y a los
muertos en Su manifestación y Su reino: ¡Predica la Palabra! Urge en
temporada y fuera de temporada; condena, reprende, anima, con toda paciencia y
doctrina.” (II Timoteo
3:15-17; 4:1-2).
Cada
ministro, pastor, y maestro, seguirá el ejemplo de Pablo, quien
enseñó fielmente el verdadero mensaje del Evangelio, porque él valoró el
bienestar espiritual de sus hermanos sobre su propia vida física. Pablo soportó
gran persecución y dificultad, mientras enseñó fielmente a sus hermanos la
verdad de Dios que lleva hacia la vida eterna. Aquí están algunas palabras
sinceras de Pablo para sus hermanos de Corinto:
“Porque
aquellos de nosotros [ministros] que estamos viviendo somos siempre
[continuamente] entregados a muerte por amor de Jesús, para que la vida de
Jesús pueda ser también manifestada en nuestra carne mortal. Así entonces, de
un lado, la muerte esta trabajando en nosotros [ministros]; y de otro
lado, la vida esta trabajando en ustedes [hermanos]…. Porque todas
las cosas son por el bien de ustedes, para que la abundante gracia
pueda hacer rebosar el agradecimiento de muchos hacia la gloria de Dios.
“Por
esta razón, no nos desanimamos; sino que si nuestro hombre exterior esta
siendo traído a decadencia, aun así el hombre interior esta siendo
renovado día a día. Porque la ligereza momentánea de nuestra tribulación esta
trabajando por nosotros una inmensurablemente mas grande y eterna
plenitud de gloria; Mientras consideramos no las cosas que son vistas,
sino las cosas que no son vistas. Porque las cosas que son vistas
son temporales; pero las cosas que no son vistas son
eternas” (II Corintios 4:11-18).
El
apóstol Pablo fue fiel al cargo que recibió por parte de Cristo. Como un
ministro de Dios verdadero, él alimentó al rebaño con las doctrinas
puras de la Palabra de Dios. ¡Su recompensa es segura! ¡Pablo heredará la vida
eterna con gloria y poder en el reino de Dios, sirviendo al Padre y a
Jesucristo en amor eterno! Esta es la recompensa que Dios ofrece a todo
ministro que predique fielmente la pura verdad de Su Palabra, independientemente
de la organización corporativa o afiliación religiosa.
Los Ministros y Pastores
Enfrentarán un Juicio más Severo
Sin
excepción, cada ministro de Jesucristo será juzgado de acuerdo a sus obras. Si
él está predicando fielmente la verdad de Dios sin ponerla en riesgo, él
recibirá una recompensa eterna. Sin embargo, si él está poniendo en riesgo
la verdad para proteger su posición, su prestigio, su salario, o su pensión, él
tendrá que rendirle cuentas a Cristo. De hecho, Santiago advierte que aquellos
en posiciones de liderazgo espiritual, enfrentarán un juicio más estricto: “Mis
hermanos, no se vuelvan maestros muchos de ustedes, sabiendo que nosotros
recibiremos un juicio más severo” (Santiago 3:1).
Irónicamente,
la mayoría de los ministros “cristianos” de hoy no creen verdaderamente
en las Escrituras—y por lo tanto, no obedecen los mandamientos de Dios. Jesús
predijo esta misma condición entre los “líderes religiosos”:
“No
todo el que me dice, ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino del cielo; sino aquel
que esta haciendo la voluntad de Mi Padre, Quien está en el cielo. Muchos
[pastores y ministros] me dirán en aquel día [de juicio, cuando todos—incluyendo
a los líderes religiosos—vendrán ante el asiento judicial de Cristo para
rendir cuentas], ‘Señor, Señor, ¿No profetizamos [enseñamos o ministramos]
por medio de Tu nombre? Y ¿No echamos demonios por medio de Tu
nombre? Y ¿No hicimos muchas obras de poder por medio de Tu nombre?’ Y
entonces [a causa de sus obras] les confesaré, ‘Nunca los conocí. Apártense de
Mí, ustedes quienes obran ilegalidad.’” (Mateo 7:21-23).
De
hecho, muchos ministros y pastores van ante sus congregaciones usando el nombre
de Cristo—diciendo, “Señor” esto y “Señor” aquello. Sin embargo,
ya que realmente no creen en lo que dice la Biblia, enseñan fábulas y
tradiciones de hombres. Para hacerlas apetecibles, tales enseñanzas son
frecuentemente encubiertas en analogías o en historias de “interés humano.”
Jesús
no tendrá más opción que decirles, “No los conozco”—porque toda su “experiencia
cristiana” está basada en ideas de hombres, no en doctrina bíblica sana. Como
escribió Pablo, ellos tienen “una apariencia exterior de piedad, pero [son
culpables de negar] negando el poder de la verdadera piedad.” (II
Timoteo 3:5). El “poder de la verdadera piedad” radica en una obediencia
sincera a las leyes y mandamientos de Dios, siendo posibles por la morada
del Espíritu Santo. Pero una creencia humilde en la autoridad absoluta de las
Escrituras—de ambos, el Antiguo y Nuevo Testamentos—es el punto de partida.
De
hecho, los pastores tradicionales no usan la Biblia entera típicamente; se
apoyan mucho en los escritos de Pablo mientras evaden el Antiguo Testamento,
casi en su totalidad. Esto siempre lleva al error doctrinal bruto. El
resultado final es la ceguera espiritual—una realidad de fantasía, una
ilusión. El cristiano promedio simplemente no se da cuenta, que Satanás el
diablo está engañando activamente al mundo entero (Apocalipsis 12:9) a
través de ambos: gobierno, y líderes religiosos.
Muchos
de los pastores y ministros “cristianos” de hoy, son responsables de engañar
descuidadamente a sus seguidores para aceptar un cristianismo sin obras, sin
costo, y carnal, que los deja insatisfechos y vacíos espiritualmente. El
profeta Isaías advirtió sobre tal condición:
“Será
incluso como cuando un hambriento sueña, y he aquí, él come, pero despierta y su
alma esta vacía; o como cuando un hombre sediento sueña, y he aquí, él
bebe; pero despierta, y he aquí, está débil y su alma esta anhelante…
[Piensan que están siendo alimentados espiritualmente, pero realmente se están
muriendo de hambre.] ¡Estén aturdidos y asombrados! ¡Cieguen sus ojos y sean
ciegos! Ellos están borrachos [espiritualmente], pero no con vino; tambalean,
pero no por bebida fuerte, Porque [a causa de su incredulidad y
desobediencia] el SEÑOR ha derramado sobre ustedes el espíritu de sueño
profundo, y ha cerrado sus ojos [ignorancia y ceguera espiritual]; Él ha
cubierto [cegado] a los profetas [pastores y ministros] y sus gobernantes,
y a los videntes. Y la visión de todos ha llegado a ser para
ustedes como las palabras de un libro que esta sellado, el cual ellos dan a uno
que es aprendido diciendo, ‘Por favor lee esto,’ y él dice, ‘No puedo, porque
está sellado.’ Y el libro es entregado a quien no es aprendido, diciendo, ‘Por
favor lee esto,’ y él dice, ‘No soy aprendido.’ [Las Escrituras están cerradas
para ellos, por su falta de obediencia genuina.] [Y ¿Cuál es la causa de ésta
condición?] Y el SEÑOR dijo, ‘Porque este pueblo se acerca a Mi con
sus bocas, y con sus labios Me honran [usan todas las frases “religiosas”
que suenan bien], pero su adoración de Mi es conforme a las tradiciones de
hombres aprendidas por rutina, y su temor [y obediencia] hacia Mi es enseñado
por los mandamientos de hombres’” (Isaías 29:8-13).
¡Este
pasaje clave es una acusación poderosa contra el “cristianismo” de hoy! Sí, los
hombres desean ser religiosos—sólo para dar “servicio de palabras” a
Dios—mientras se deleitan en sus propias obras y tradiciones. Los
ministros y pastores de éste mundo se han convencido abrumadoramente, de que
Dios aprueba sus caminos—aun cuando saben que muchas prácticas
“cristianas” (tales como guardar el domingo, y las festividades populares de
Pascuas y Navidad) son en realidad paganas, y contrarias a la Palabra de Dios.
Debido
a tal riesgo irresponsable con las Escrituras, Dios les ciega sus ojos y su
entendimiento. Noten el verso 14: “Por tanto, he aquí, procederé a hacer de
nuevo una obra estupenda entre este pueblo, incluso una obra estupenda y
una maravilla, porque la sabiduría de sus sabios [sus pastores y ministros]
morirá, y la sabiduría de sus inteligentes [sus eruditos y teólogos]
desaparecerá.”—y de ésta manera, se hicieron tontos (Romanos 1:19-22).
Los
líderes religiosos que ponen en peligro la verdad, se vuelven ciegos al plan
verdadero de Dios. Pablo escribió: Pero si nuestro evangelio es escondido, es
escondido para aquellos que están pereciendo; En quienes el dios de este
mundo ha cegado las mentes de aquellos que no creen… (II Corintios 4:3-4).
En su incredulidad, ellos no obedecen las leyes y mandamientos de Dios
genuinamente. Por lo tanto, están ciegos—una pena espiritual automática por la
desobediencia.
El Enseñar Doctrinas Falsas a Conciencia
Es Pecado Voluntario
Mientras
la mayoría de los ministros y pastores “cristianos” son sinceros en sus
creencias y convencidos de que están en lo correcto, hay “lobos con piel de
ovejas” que se empeñan en un engaño deliberado. De hecho, tales
religiosos tuercen y distorsionan la palabra de Dios en rebelión—negando el
verdadero camino de vida descrito en las Escrituras. El profeta Isaías dice
acerca de ellos, “¡Ay de aquellos que profundizan para esconder sus
propósitos del SEÑOR! Y sus obras están en la oscuridad, y dicen, ‘¿Quien nos
ve? ¿Y quien nos conoce?’ ¡Ciertamente, ustedes han volteado las cosas
al revés! ¿Será el alfarero considerado como el barro de alfarero; porque
la obra dirá de quien la hizo, “Él no me hizo?” ¿O la cosa formada le dirá a
quien la formó, “Él no tuvo entendimiento?” (Isaías 29:15-16).
Igualmente,
el profeta Ezequiel expone los esquemas de aquellos pastores y ministros, que
socavan la verdad deliberadamente.
“Hay
conspiración de sus profetas en medio de ella, como un rugiente león
desgarrando su presa. Ellos han devorado almas; han tomado el tesoro y cosas
preciosas; ellos hicieron muchas viudas en medio de ella. Sus sacerdotes han
hecho violencia a Mi ley [reclamando que ha sido abolida] y han
profanado Mis cosas santas. No han puesto diferencia entre lo santo y lo
profano, y no han enseñado la diferencia entre lo impuro y lo puro, y HAN
OCULTADO SUS OJOS DE MIS REPOSOS, y Yo soy profanado entre ellos…. Y sus
profetas se han cubierto ellos mismos con blanqueador, viendo
visiones falsas y adivinando mentiras hacia ellos, diciendo, ‘Así dice el Señor
DIOS;’ cuando el SEÑOR no ha hablado.” (Ezequiel 22:25-26, 28).
Dios
no mira esto como simple ignorancia, o como falta de conocimiento por
parte de líderes religiosos. Él lo declara como lo que es en realidad— ¡una
conspiración deliberada! Dios ha dejado muy claro en la Biblia como
espera que vivan los hombres. Pero muchos de los ministros y pastores de hoy,
han cerrado sus ojos a la verdad.
Por
ejemplo, la mayoría del cristianismo ortodoxo sabe que la observancia
del domingo no se aprueba en ninguna parte de la Biblia—que es de origen pagano.
Pero hay demasiados ministros y pastores, que voluntariamente continúan en la
farsa de que es una “práctica cristiana autorizada”—autorizada por hombres.
Ellos se han engañado a sí mismos (y a sus congregaciones) en que el culto del
domingo es “aprobado” por Dios. Pero Dios les dice a ellos: “¿Qué derecho
tienes para declarar Mis estatutos, y tomar Mi pacto en tu boca? [De nuevo, a
ellos les encanta decir “Señor, Señor” y sonar religiosos.] Sí, [pero en
realidad] odias ser enseñado, y echas Mis palabras tras de ti” (Salmo
50:16-17).
Similarmente,
Isaías describe a aquellos líderes religiosos que mezclan el error con la
verdad conscientemente:
“Ay
de aquellos que atraen iniquidad con cuerdas de vanidad, y pecado con
cuerdas de carreta; Quienes dicen [falsamente], ‘¡Dese
Él prisa y acelere Su obra, para que podamos verla; y que el
propósito del Santo de Israel se acerque y venga, para que podamos
saber!’ ¡Ay de aquellos que llaman al mal bien y al bien mal;
que ponen oscuridad por luz y luz por oscuridad; que ponen lo amargo por
dulce y lo dulce por amargo!
“¡Ay
de aquellos que son sabios en sus propios ojos, y prudentes en su
propia vista! ¡Ay de aquellos que son poderosos para beber vino,
y hombres de fuerza para mezclar bebida fuerte: Quienes justifican al malo por
un soborno, y quitan la justicia del justo de él! Por tanto como el
fuego devora el rastrojo, y la llama quema la paja; su raíz será como
podredumbre, y sus flores subirán como polvo porque han desechado la ley del
SEÑOR de los ejércitos, y despreciado la Palabra del Santo de Israel.
Por tanto, la ira del SEÑOR está encendida contra Su pueblo, y Él ha
extendido Su mano contra ellos, y los ha afligido; y los montes temblaron, y
sus cuerpos muertos fueron como inmundicia en medio de las calles. En
todo esto Su ira no esta apartada, sino Su mano esta todavía extendida.
(Isaías 5:18-25).
Muchas
de las cosas que están mal con el “cristianismo” tradicional, son el resultado
de que sus líderes rechacen la Palabra de Dios, favoreciendo las
tradiciones humanas. Pero si los pastores y ministros buscaran la Palabra de
Dios honesta y humildemente—y la pusieran sobre cualquier y todas
las tradiciones—ellos comenzarían a entender la verdad.
El
mensaje inspirado de Pablo para los cristianos hebreos, es una advertencia sin
tiempo para todos los que se apartan de la verdad, y que comienzan a creer o a
enseñar doctrinas falsas. Como Pablo les señaló a estos primeros cristianos, el
apartarse de la verdad conscientemente y aceptar doctrinas falsas que niegan a
Cristo, es pecado deliberado y traerá la retribución justa de Dios. ¡Cuánto
más para aquellos que proclaman ser ministros de evangelio!
Él
declaró, “Porque si voluntariosamente seguimos pecando después de
recibir el conocimiento de la verdad, ya no hay ningún sacrificio por los
pecados, sino una expectativa espantosa de juicio inevitable y de fuego feroz,
el cual devorará los adversarios de Dios. Consideren esto:
cualquiera que rechaza la ley de Moisés muere sin misericordia bajo el
testimonio de dos o tres testigos.
“¿Cuánto
peor castigo piensan que merecerá quien haya pisoteado al Hijo de
Dios, y haya considerado la sangre del pacto, con la cual fue santificado, como
una cosa profana, y haya desdeñado al Espíritu de gracia?
“Porque
conocemos a Quien ha dicho, ‘La venganza Me pertenece.
¡Yo recompensaré!’ dice el Señor. Y otra vez, ‘El Señor juzgará
su pueblo.’ Es una cosa terrible caer en las manos del Dios vivo”
(Hebreos 10:26-31).
¡Ningún
ministro ni pastor puede permitirse ignorar esta advertencia solemne! Si
nosotros negamos a Jesucristo y a la verdad, al enseñar doctrinas falsas
conscientemente, ¡nos estamos removiendo a nosotros mismos de la gracia de Dios
y colocándonos bajo Su juicio! El enfrentar el juicio del Dios viviente y la
posibilidad de la muerte eterna, ¡es una cosa terrible! Es mucho mejor
arrepentirse humildemente y buscar la misericordia y la gracia de Dios, antes
de que sea demasiado tarde.
Aquellos
que no se arrepientan de su infidelidad, están en peligro de endurecerse
en su propio engaño. Pablo advirtió, “Tengan cuidado, hermanos, no sea que de
pronto haya en alguno de ustedes un corazón malo de incredulidad, apostatando
del Dios vivo. Más bien, sean animados unos a otros cada día, mientras es
llamado ‘hoy,’ para que ninguno de ustedes llegue a estar endurecido por el
engaño del pecado. Porque somos compañeros de Cristo, si verdaderamente
retenemos la confianza que tuvimos al comienzo firme hasta el final.
Como esta siendo dicho, ‘Hoy, si escucharan Su voz, no endurezcan sus
corazones, como en la rebelión’” (Hebreos
3:12-15).
Cuando
aquellos que alguna vez creyeron la verdad se endurecen completamente en sus
corazones, éstos ya no son convencidos por el Espíritu para buscar el
arrepentimiento. Ya no hay más gracia para ellos, sino sólo el juicio de Dios.
Así como Dios destruyó a aquellos que pecaron en la provocación del desierto,
Dios destruirá a todos los pecadores que no quieran oír Su Palabra, y que
desprecian el Espíritu de gracia.
¡Los Ministros Comprometedores
Deben Arrepentirse!
Si
usted—como anciano, ministro, o maestro—ha estado poniendo en riesgo la verdad
de Dios, diluyendo las Escrituras, o predicando “cosas suaves” para mantener
una buena posición en una iglesia organizada, ¡usted está en un gran riesgo
espiritual! ¡A quien mucho le es dado, mucho se le requiere (Lucas
12:48)! La Palabra de Dios muestra claramente, que un cristiano que condona el
pecado y el error a sabiendas, está profanando su conciencia. Una conciencia
profanada eventualmente crecerá callosa, e indiferente al poder convincente del
Espíritu Santo.
Pablo
describe el resultado final de rendirse a la presión y tentación de enseñar
doctrinas falsas: “Ahora el Espíritu nos dice explícitamente que en los
últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, y seguirán
espíritus engañadores y doctrinas de demonios; Hablando mentiras en
hipocresía, sus conciencias habiendo sido cauterizadas [como si lo fueran] con
un hierro caliente” (I Timoteo 4:1-2).
Todo
maestro “cristiano” que se ha rendido a las doctrinas falsas, está en peligro
de terminar en esta condición espiritual incorregible. La condonación
continua y la aceptación del pecado y el error, son los que conducen a la
pérdida de la salvación. El oponerse a doctrinas falsas—aun cuando sean
promovidas por las “autoridades” de la iglesia—nunca causará que un cristiano
pierda su salvación.
Si
usted ha estado poniendo en riesgo la verdad al aceptar o enseñar doctrinas
falsas usted necesita arrepentirse y volverse a Dios—porque Él
limpiará a todo aquel que se arrepienta verdaderamente con súplicas humildes.
Sólo entonces podrá usted ser restaurado en amor y fe con Dios el Padre, y
crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Es
importante que ¡No espere un “movimiento general” hacia el
arrepentimiento por parte de los feligreses! Es casi seguro que tal movimiento
nunca llegue. ¡Es un error grave retrasar nuestro arrepentimiento personal,
cuando el Espíritu Santo condena el error y pecado en nuestras vidas!
David,
un hombre conforme al corazón de Dios, fue sincero en su arrepentimiento
cuando el Espíritu de Dios lo condenó. Cuando David pecó grandemente contra
Dios, ésta fue su oración de arrepentimiento: “SEÑOR, se misericordioso a mi; sana
mi alma, porque he pecado contra Ti.” (Salmo 41:4). De nuevo, cuando se
arrepintió de su adulterio con Betsabé y del asesinato de su esposo Urías, él
suplicó:
“Ten
misericordia de mí, Oh Dios, de acuerdo a Tu bondad; de acuerdo a la multitud
de Tus tiernas misericordias, borra mis transgresiones. Lávame totalmente de
mi iniquidad, y límpiame de mi pecado, Porque reconozco mis transgresiones,
y mi pecado esta siempre delante de mi.
“Contra
Ti, contra Ti solamente, he pecado, y he hecho mal a Tu vista,
para que pudieras ser justificado cuando hablas y ser claro cuando juzgas. He
aquí, fui dado a luz en iniquidad, y en pecado mi madre me concibió.
“He
aquí, Tú deseas verdad en las partes internas; y en la parte oculta Me
harás conocer sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y
seré más blanco que la nieve. Hazme escuchar gozo y alegría para que
los huesos los cuales has roto puedan alegrarse.
“Oculta
Tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades. Crea en mí un corazón
limpio, Oh Dios, y renueva un espíritu firme dentro de mí. No me
eches de Tu presencia, y no saques Tu Santo Espíritu de mí” (Salmo 51:1-11).
Cualquier
ministro o pastor que ha pecado contra Dios al poner en riesgo la verdad,
necesita tener la actitud de profundo arrepentimiento y humildad que David
tuvo. Tal persona necesita pedirle a Dios que limpie su corazón de los
pecados de la negligencia, apatía, complacencia, ineptitud—o de ¡dejar a un
lado la verdad de Dios conscientemente, y enseñar falsedades! Pídale a Dios que
sane su mente y su corazón—porque Él escuchará y responderá.
Jesús
dio esta advertencia aleccionadora a la iglesia de Laodicea—aunque esta
advertencia es aplicable para todas las iglesias: “Les aconsejo que
compren de Mi oro purificado por fuego para que puedan ser ricos; y ropas
blancas para que puedan estar vestidos, y la vergüenza de su desnudez no pueda
ser revelada; y ¡Unjan sus ojos con colirio, para que puedan ver!
“A
tantos como amo, regaño y castigo. Por tanto, sean celosos y arrepiéntanse.
He aquí, Me paro a la puerta y golpeo. Si alguien oye Mi voz y abre la puerta,
Yo entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
“A
aquel que venza le daré autoridad para sentarse conmigo en Mi trono, así
como Yo también vencí, y Me senté con Mi Padre en Su trono. Aquel que tenga
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:18-22).
Que
Dios le conceda los oídos para oír, el corazón para arrepentirse, y el valor
para defender la verdad. Que Dios le conceda el entendimiento y la fuerza que
usted necesita para cumplir su deber personal sagrado como ministro, y para defender
la fe una vez entregada a los santos.