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CAPITULO CUATRO

(Tomado del libro “¿Señor, qué debo hacer yo?”)

 

 

De Papilla a Herejía

 

Por

Fred R. Coulter

www.iglesiadedioscristianaybiblica.org

 

 

La investigación demuestra claramente, que un gran factor para que los feligreses decidan abandonar la iglesia, es la enseñanza mediocre. Brad Waggoner de Life Way Research quería saber porque. El descubrió que muchas iglesias han hecho un mal trabajo en fundamentar a la gente en su fe, y en explicarles lo que realmente significa hacer un compromiso, para ser un cristiano. De acuerdo con Waggoner, la típica Iglesia no está educando a la gente a través de la enseñanza de la Escritura, de una manera entendible y aplicable. (Duin, p. 108). Al escribir en un artículo de Christianity Today en el 2006, Chuck Colson reportó que lo que ahora está siendo ofrecido en la Iglesia “sólo se está idiotizando cada vez más.” El señala un énfasis excesivo en la música de adoración. “La música es importante en la vida de la Iglesia… Pero no puede tomar el lugar de la enseñanza sólida” (p. 108).

 

Otros expertos dijeron a Duin, que los feligreses “están hastiados, mentalmente enfermos, furiosos, y enojados con la vida. Si la Iglesia quiere satisfacer las necesidades de las personas, entonces necesita encontrar una manera de enseñar a la gente, para que ellos realmente puedan [saber como] cambiar sus vidas” (p. 106). El sacerdote anglicano de Detroit, Richard Kim, mencionó a Duin que “la Iglesia [se ha vuelto] irrelevante, aburrida, e impotente. El Evangelio no está siendo predicado; y si lo es, usualmente se predica en un lenguaje filosófico carente del poder de Dios” (p. 109: énfasis agregado). El famoso evangelista de Nueva York David Wilkerson dice que el arrepentimiento (verdadero) no esta siendo enseñado en las iglesias, y se pregunta si los pastores tienen miedo de ofender a sus rebaños, y de perder números (p.110).

 

Esto es un recordatorio de la advertencia del profeta Isaías, concerniente a aquellos “que dicen a los que ven, ‘No vean,’ [no nos hablen acerca del juicio venidero de Dios] y a los profetas [maestros], No nos profeticen cosas rectas [tales como arrepentimiento del pecado], háblennos de cosas suaves, profeticen ilusiones’” (Isaías 30:10). Dígannos cosas que nos hagan sentir bien sobre nosotros mismos; dígannos que Dios está complacido con nosotros como cristianos. Pero quizá no haya ilusión más grande, que pensar que uno “lo tiene todo” como cristiano. En Su carta correctiva, dirigida a la Iglesia de los Laodiceanos, Jesús advirtió sobre esta misma actitud—de estar auto-satisfecho, ser complaciente, sin tener “necesidad de nada” (Apocalipsis 3:14-21). 

 

En su libro publicado en el 2007 Loving God When You Don´t Love the Church, el pastor Chris Jackson menciona, que se está encontrando con mucha gente desilusionada. Su experiencia en cuanto al cristianismo, no es la experiencia que creyeron cambiaría sus vidas. “El hambre que la gente de hoy tiene, es la de una combinación de verdad práctica que puedan experimentar y aplicar. La gente está buscando a Jesús, punto. Si ellos encontraran un lugar, donde sintieran incorporada una relación con Él, habría mucha menos gente abandonando la Iglesia. (Duin, p. 116; énfasis agregado). Un desertor decepcionado le dijo a Duin, “Hay muy poca, o nada de enseñanza, sobre cómo morir a nosotros mismos [arrepentimiento], ni de como se refleja esto. Tampoco somos instruidos sobre cómo vivir por fe, ni de como se refleja esto…  Nos falta el poder del Espíritu Santo…” (p. 112; énfasis agregado). Duin concluye, que hay “mucho más sobre la vida cristiana de lo que nosotros experimentamos, pero no sabemos [ni somos instruidos] como encontrarlo, ni como se ve.”

 

De acuerdo con investigaciones del Grupo Barna, hay un “gran hueco entre la percepción de los pastores, y la realidad sobre la devoción de la gente para con Dios. Los pastores evalúan la salud espiritual, desde una perspectiva institucional—esto es, si la gente está involucrada en mantener el sistema funcionando—mientras [sólo] las [mismas] personas, están conscientes de su necesidad insatisfecha, de tener una relación más profunda y significativa con Dios” (Duin, p. 128). Los feligreses necesitan escuchar predicación sobre: crianza de los hijos, matrimonio, divorcio, castidad, santidad, oraciones sin respuesta—los problemas reales que las personas enfrentan. ¿Por qué? ¿Son los pastores simplemente incompetentes, desconectados, desprevenidos?—o ¿tienen miedo de ofender a sus congregaciones?

 

Concerniente a este problema de “papilla por substancia,” es aún más agravante el hecho de que a los feligreses no se les enseña cómo estudiar sus Biblias. Una encuesta conducida por la Iglesia de Willow Creek de South Barrington, Illinois, llevó a los investigadores a concluir, que gran parte del cristianismo ha fallado en enseñar a los creyentes, como ser “autosuficientes”— como leer y estudiar sus Biblias por su cuenta (Duin, p. 172).

 

La otra cara de todo esto, son aquellos que están muy satisfechos con la papilla que sale de los púlpitos de hoy. Para ellos, la Iglesia no es más que un club social. Ellos han aceptado lo que Duin llama un “cristianismo sin costo, que es fácil de mantener” (p.116). Jesús corrigió a los aficionados religiosos de Su tiempo, para este mismo abordaje: “¡Hipócritas! Isaías ha profetizado bien concerniente a ustedes, diciendo, ‘Esta gente se acerca a Mi [Dios] con sus bocas, y con sus labios Me honran’”—ellos dicen todas las cosas buenas, le cantan alabanzas a Dios cada domingo en la mañana, etc. —“‘pero sus corazones están lejos de Mi.’ Pero ellos Me adoran en vano, enseñando por doctrina los mandamientos de hombres’ ” (Mateo 15:7-9). Ellos enseñan lo que los hombres quieren escuchar— “cosas suaves.”

 

Igualmente, el profeta Jeremías escribió: “Una cosa asombrosa y horrible ha ocurrido en la tierra. Los profetas [pastores] profetizan [enseñan] falsamente, y los sacerdotes ejercen dominio por sus medios; y a Mi pueblo le encanta que sea así… (Jeremías 5:30-31). Les encanta oír “doctrina suave”—pero nada pinchará sus conciencias. Y sus “pastores” obligan voluntariamente—ellos sólo predican lo que la gente quiere oír por temor de ofender a sus congregaciones, y de perder su puesto de importancia o su ingreso.

 

Ezequiel también escribió sobre tales “feligreses”: [Los] hijos de tu pueblo están… hablando uno al otro, cada hombre a su hermano, diciendo, ‘Te ruego, ven y oye cual es la palabra [predicada] la cual viene del SEÑOR.’ Y vienen a ti [pastores] como el pueblo viene [tradicionalmente], y se sientan delante de ti como Mi pueblo [los domingos por la mañana], y oyen tus palabras. Pero no las harán.” ¿Por qué? Porque no se les ha enseñado el verdadero arrepentimiento del pecado, o a reverenciar los mandamientos de Dios. “Porque con sus bocas muestran mucho amor [de nuevo, ellos dicen todas las cosas buenas; se oyen como cristianos], pero sus corazones van tras sus codicias” (Ezequiel 33:30-31). Tal “amor,” solo es una falsificación opuesta al verdadero amor genuino de Dios, inculcado en las vidas de los verdaderos creyentes por el Espíritu Santo. (Romanos 5:5).

 

Ellos “hablan la plática” pero no “caminan el camino.” Les encanta aparentar y oírse como buenos cristianos, pero no quieren hacer las obras de un verdadero cristiano—no quieren renunciar a su camino de vida: adulterio, fornicación, divorcio, abuso del alcohol, materialismo, etc. Ellos han comprado la mentira del “cristianismo sin costo” –un “cristianismo” carente de obras piadosas, carente de superación en cuanto a los tirones y debilidades de la carne; una religión solo de nombre, en la cual los adherentes profesan el nombre de Cristo, pero practican el pecado como una forma de vida.

 

En la ignorancia, muchos cristianos nominales practican una forma de “gracia convertida en licencia.” En II Tesalonicenses dos, el apóstol Pablo advirtió sobre lo que él llamaba “el misterio de la iniquidad” (verso 7) —el mismo espíritu o mentalidad, detrás del “cristianismo sin costo.” Pablo escribió que este “misterio” ya estaba trabajando desde su época, ya que los cristianos nominales estaban aceptando la “gracia,” sin corresponder buenas obras u obediencia a los mandamientos de Dios.

 

Al igual que los Laodiceanos de la época del apóstol Juan, tales feligreses están cegados,  en cuanto a su condición espiritual. Jesús les dijo a ellos: “Yo conozco sus obras, que no son ni fríos ni calientes; Me gustaría que fueran fríos o calientes. Entonces, porque son tibios, y no son ni fríos ni calientes, los vomitaré de Mi boca. Porque dicen, ‘Soy [espiritualmente] rico, y me he hecho adinerado, y no tengo necesidad de nada’; y no entienden que son desgraciados, y miserables, y pobres, y ciegos, y desnudos.

 

“Les aconsejo que compren de Mi oro purificado por fuego para que puedan ser ricos; y ropas blancas [justicia—obediencia a las leyes de Dios] para que puedan ser vestidos, y la vergüenza de su desnudez no pueda ser revelada; y unjan sus ojos con colirio, para que puedan ver. A tantos como amo, regaño y castigo. Por tanto, sean celosos y arrepiéntanse. He aquí, Me paro a la puerta y golpeo. Si alguien oye Mi voz y abre la puerta, Yo entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:15-20). Noten que no existe ninguna relación real entre Dios, y tales cristianos nominales; De hecho, Dios está afuera—a la puerta, instando arrepentimiento.

 

La verdad es que Satanás—un verdadero maestro de la seducción—está sutilmente utilizando armas espirituales poderosas, para volver la iglesia impotente. Como hemos visto, la incompetencia, ignorancia, y negligencia por parte de muchos pastores y sacerdotes, han sido factores clave en el fracaso general de la “religiosidad”. Y mientras los pastores de iglesias tienen típicamente las mejores intenciones, de acuerdo a estándares bíblicos, muchos son ministros falsos

 

 
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