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CAPITULO DOS

(Tomado del libro “¿Señor, qué debo hacer yo?”)

 

 

“La Mundanería” Cristiana

 

Por

Fred R. Coulter

www.iglesiadedioscristianaybiblica.org

 

Schaeffer escribe, que “la debilidad y el acomodamiento de los grupos evangélicos [y del cristianismo en general] en cuanto a los problemas de hoy, han sido en gran parte los responsables de la pérdida de la ética cristiana” durante las últimas décadas (p. 226). Él escribe, que tal acomodamiento no es nada menos que “mundanería.” 

 

El querer encajar y ser como el mundo, es lo opuesto a lo que Jesucristo instruyó a Sus seguidores. Noten: “Les he dado Tus palabras, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, así como Yo no soy del mundo” (Juan 17:14; también verso 16). El mundo lo despreciará si practica el verdadero cristianismo, porque usted será completamente diferente en cada aspecto de su vida—porque usted se rehusará a “encajar” y a participar en la cultura popular de hoy. Santiago agregó: “Religión pura  y sin mancha ante Dios y El Padre es ésta: el visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y el mantenerse a uno mismo sin mancha del mundo” (Santiago 1:27).

 

¿Cuántos cristianos así conoce usted?

 

El cristianismo en realidad ha sido seducido por la cultura popular (tal vez involuntariamente, pero es una realidad). David Kupelian, autor del libro “The Marketing of Evil” argumenta que hemos sido seducidos, por causa de una “parte oculta, egoísta de nosotros, que quiere aceptar” las falsedades de la cultura popular secular (p.240). Esto es precisamente lo que provoca que muchos feligreses en américa latina, se sientan cómodos con un Cristianismo sin costo. Jared Wilson concuerda, señalando que “A menudo se ha vuelto difícil distinguir entre el cuerpo de Cristo, y la cultura de la sociedad” (Your Jesus is Too Safe, p. 6; énfasis agregado) Wilson dice que los cristianos, suelen citar pasajes como “No juzguen, para que no sean juzgados,” o “Dejen que aquel que esté sin pecado, lance la primera piedra”—porque queremos “justificar nuestra manera de vivir, sin la molesta carga de lo que Cristo requiere de nosotros” (p. 14).  

 

En Revolution, Barna lamenta la “desconexión [considerable] entre lo que la investigación [del grupo de Barna] muestra consistentemente, acerca de [la conducta de] los cristianos, y lo que la Biblia nos llama a ser [en realidad]” (p. 31). Barna añade: Si los cristianos son lo que dicen ser, “sus vidas deberían ser notable, y convincentemente diferentes a la norma.” Por otra parte, menos del 10 por ciento afirmó poseer una “visión bíblica sobre el mundo”—un conjunto básico de creencias, que han probado como verdad absoluta (el otro 90 por ciento, afirmó sólo un mosaico de puntos de vista teológicos) (p. 33).

Entonces, ¿Es de extrañar que “la mundanería” es un problema tanto en el cristianismo tradicional, como fuera de él.

 

La Juventud Optando por Salir de la Iglesia

 

Los feligreses decepcionados no son los únicos en decir, que la iglesia tiene poco que ver, con la manera en que los creyentes viven sus vidas en realidad. De acuerdo con David Kinnaman, los jóvenes no-creyentes (a los que él refiere como “externos”), están conscientes de la “brecha en el estilo de vida” de sus compañeros. En su libro unChristian, Kinnman dice que el “ochenta y cinco por ciento de los jóvenes externos que han sido lo suficientemente expuestos a cristianos e iglesias, concluyen que el cristianismo de hoy es hipócrita” (p. 42; énfasis agregado). Él señala que muchos de éstos externos, alguna vez fueron internos que asistieron a la iglesia. Ahora, su percepción negativa ha sangrado “hasta las perspectivas de feligreses jóvenes,” de los cuales el 47 por ciento, concuerdan que el cristianismo tiene un serio problema con la hipocresía (pp. 42-43).

 

Así, los feligreses jóvenes están frustrados por lo que ven—un sistema fracasado, en el cual demasiados cristianos, simplemente no viven de acuerdo a sus creencias. Como lo escribe Duin, “cuando la iglesia no es relevante, usualmente los primeros en salir por la puerta son los jóvenes” (p. 37). La epidemia de jóvenes que abandonan la iglesia establecida, no significa que han renunciado a Dios, sólo al sistema fracasado. Los jóvenes, no resuenan con lo que se les presenta en la iglesia.

 

Adultos Jóvenes Alejándose del Cristianismo

 

Pero, ¿Por qué están tantos jóvenes dándole la espalda al cristianismo? Según Dyck, la respuesta es compleja. Él señala que hay un subgrupo de cristianos, que han decidido abandonar la iglesia por causa del abuso—a éstos les llama los “revertidos.” Mientras algunos jóvenes han tenido distintas “dudas postmodernas”—esto es, que han tenido dificultades fundamentales con las enseñanzas del cristianismo tradicional—o pueden haber experimentado alguna forma de abuso asociado con  la iglesia, la mayoría de los adultos jóvenes que abandonan la fe, lo hacen para adoptar un estilo de vida, que queda fuera de los límites de la moral cristiana. Al final, desean la mundanería en lugar de la piedad.

 

Como Dyck bien lo señala, “es difícil sostener la vida cristiana, en frente de tantas tentaciones”—especialmente para la generación más joven. Pero Dyck ha llegado a la conclusión, de que la misma iglesia ha fracasado en equipar a los jóvenes, para pelear la buena batalla. “Me he percatado de que la mayoría de los ‘desertores,’ han sido expuestos [solo] a una forma superficial del cristianismo, que los ha vacunado efectivamente contra la fe auténtica” (énfasis agregado). La Iglesia tradicional ha contribuido a esto, al darle a la gente [joven] un entendimiento superficial del evangelio, y al enfocarnos solo en su decisión de abrazar la fe (p. 75; énfasis agregado).

“La prisa excesiva de la iglesia para aumentar la lista de miembros, ha llevado al desarrollo de conversos mal preparados, y espiritualmente débiles—particularmente entre los jóvenes. En lugar de enfatizar la transformación personal, y la fe práctica de acuerdo a al escritura, A la gente joven se le ha vendido una religión que les de la sensación de bienestar—una que fracasa miserablemente, al enfrentarse a la influencia y tentaciones de la sociedad.

 

Según Dyck, cuando los sociólogos examinaron las vidas espirituales de los adolescentes, descubrieron que la mayoría de los adolescentes estaban practicando una religión descrita como “Deísmo Terapéutico Moralista”— el cual “Coloca a Dios como un creador distante, que bendice a las personas que son buenas, agradables, y justas.” El propósito central en dicha religión, es ayudar a los creyentes a “ser felices y sentirse bien” de sí mismos. ¿Dónde aprendieron esta “fe” los adolescentes? Desafortunadamente, expresó Dyck,  es una “enseñanza implícita y en veces explícita, a todas las edades en muchas iglesias. Está en el aire que muchos feligreses respiran, desde los servicios de adoración [misas, cultos religiosos, etc.], hasta grupos pequeños de bajo compromiso. Cuando este punto de vista ingenuo y fríamente utilitario acerca de Dios, choca en las duras rocas de la realidad”—las pruebas y tentaciones de la vida real—“no nos debería sorprender ver a personas de cualquier edad, alejarse” del cristianismo tradicional.

La encuesta del Grupo Barna, muestra que sólo el tres por ciento de los jóvenes que dicen tener (o tuvieron) un compromiso de seguir a Cristo, poseen un conjunto de creencias bien definidas basadas en las Escrituras, particularmente en el área de la verdad moral absoluta. Como señala Kinnaman, “Lo que la Escritura enseña, es la red principal para que [los jóvenes] tomen decisiones, e interactúen con el mundo” (p.75). Cuando esa “red” no está en su lugar—cuando todo lo que tiene es una religión para “sentirse bien”—la moralidad es lo primero que se va por la ventana. Al final, en una exposición “ligera” [de base emocional] al cristianismo, donde una decisión por Cristo es retratada como simple y sin costo alguno, [la experiencia] fracasará en producir una fe duradera en los jóvenes” (Kinnaman, p.76).    

 

El problema solo es agravado, por el hecho de que muchos jóvenes que expresan su sus preocupaciones y dudas sobre el cristianismo, a menudo son ridiculizados o tratados con desprecio. Dyck escribe, que en sus entrevistas con jóvenes que han abandonado la fe, muchos no-conversos reportaron “compartir sus dudas crecientes con un amigo o familiar cristiano, sólo para recibir respuestas inútiles y triviales.”

 

Pero si muchos líderes “Cristianos” realmente no creen, o no siguen la Biblia ellos mismos—entonces, ¿Cómo se espera que enseñen a nuestros jóvenes a hacerlo? El supuesto cristianismo de hoy, se basa principalmente en pasajes cuidadosamente seleccionados del Nuevo Testamento (en su mayoría de los escritos de Pablo), que están torcidos para aparentar enseñar un “cristianismo suave”—una “fe” sin costo, carente de obras, e indiferente a las claras enseñanzas bíblicas. De esta manera, la “conversión” del típico adolescente, está basada en una experiencia emocional pasajera, en la que el nuevo “creyente” se enamora de una etiqueta parachoques popularizada de “Jesús.” Pero sin un fundamento bíblico informado, centrado en el cambio personal, las obras y la obediencia—con la red de apoyo correspondiente de cristianos maduros—la persona joven pronto descubrirá, que su “religión” es de poca ayuda cuando se trata de enfrentar las presiones de este mundo.

 

Viviendo en Ignorancia

 

Existe un factor muy importante que hace que la mundanería en el cristianismo tradicional se vea en un crecimiento continuo. De hecho, esta es una razón principal para que muchas personas terminen abandonando al cristianismo tradicional. Se trata de la ignorancia. La ignorancia se define como la falta de conocimiento sobre algo en particular. Una persona que ignora algo es porque no lo conoce o no lo comprende.

 

Esto es exactamente lo que ocurre con la mayoría de las personas que practican el cristianismo tradicional. Refiriendo el comentario del doctor Legorreta, en un artículo publicado por la Universidad Iberoamericana titulado “En transformación el modelo actual de religión católica,” él menciona que “gran parte de los que se dicen católicos son bastante indiferentes a la cuestión religiosa.” ¿Qué quiere decir esto? Que a la mayoría de las personas en la sociedad latinoamericana, realmente no les importa o desconocen las prácticas y creencias de “su propia fe.”

 

En este mismo artículo, Eduardo Sota García dice: “Nuestros abuelos eran católicos por convicción, nuestros padres quizás fueron católicos por tradición, pero también porque las instituciones así lo demandaban.” Cuando una persona adopta una creencia “por tradición” o “por herencia,” generalmente termina confundida. Este es el caso de la gran mayoría de los feligreses del cristianismo tradicional en América Latina. Por lo tanto, las personas que dicen profesar cierta religión, pero realmente no saben sobre su doctrina, o simplemente la ignoran, terminan en un enfriamiento por no tener una base sólida de acuerdo a las escrituras. La consecuencia de esto es la mundanería de la que hablamos. El apóstol pablo habla sobre la ignorancia en su epístola a los Gálatas, “Entonces esta reunión fue privada por causa de falsos hermanos traídos en secreto, quienes entraron a escondidas para espiar nuestra libertad la cual tenemos en Cristo Jesús, para que ellos pudieran traernos a esclavitud; A quienes no cedimos en sujeción, ni siquiera por una hora, para que la verdad del evangelio pudiera continuar con ustedes.” (Gálatas 2:4-5).

 

Así que podemos detectar dos cosas partiendo de esta escritura: primero, debemos de estudiar el evangelio y pedirle a Dios que nos ayude a entenderlo. El apóstol Pablo deja claro que nadie puede entender la escritura inspirada por Dios, sino el Espíritu de Dios. “Pero Dios nos las ha revelado por Su Espíritu, porque el Espíritu examina todas las cosas—incluso las cosas profundas de Dios. Porque ¿Quién entre los hombres entiende las cosas del hombre excepto por el espíritu del hombre el cual está en él? En la misma manera también, nadie entiende las cosas de Dios excepto por el Espíritu de Dios.” (II Corintios 2:10). Ambas cosas son esenciales, tanto el estudiar diligentemente las escrituras, como pedirle a Dios que nos ayude a entenderlas. Esto es algo muy lógico, porque cualquier persona que estudie las escrituras diligentemente, no será hallada en ignorancia.  No podemos descuidar ninguna de estas dos, de lo contrario, no vamos a poder entender el evangelio. Segundo: todos los que abrazan una creencia en ignorancia, es decir sin haber estudiado las escrituras diligentemente, corren el serio peligro de ser esclavas de una religión falsa.

 

En un artículo publicado por John Carlos Sutil Luján titulado “El Peligro de la Ignorancia,” el autor menciona que no se requiere de mucho para falsificar el evangelio. De hecho, el mensaje del evangelio ha sido tergiversado de tal manera, que la salvación por gracia se ha convertido en licencia para pecar, dando paso a la mundanería. ¡Esto representa un giro de 180 grados de la dirección correcta hacia la dirección equivocada! Es precisamente por esto que usted no puede permitir que lo engañen, que le digan cual debe de ser su fe. Usted no sólo tiene la opción, sino la responsabilidad de cerciorarse por sí mismo, y comprobar la verdad con las sagradas escrituras. Se dice que la mejor herramienta para combatir la ignorancia se llama educación… ¿Qué mejor educación podría haber que aquella que se basa en la Palabra de Dios? Aproveche la herramienta de la Biblia contra la ignorancia. No la use sólo como un mecanismo de defensa, sino como un manual contra la mundanería que plaga a nuestra sociedad. Refute cualquier doctrina o creencia que vaya en contra de lo que dice este libro.

 

Una cosa es cierta: cuando usted comience a usar este manual y a guiar su vida por lo que en él está escrito a la vista de las personas que lo rodean, va a tener problemas con aquellos que no estén de acuerdo con usted. Pero recuerde que todo tiene un precio, y mientras más caro le cueste algo, mayor es el valor que tiene. También recuerde que si bien es cierto que tendrá problemas, tenga la certeza de que Dios estará con usted, porque ¡Dios ama la verdad y la justicia!

 

 
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