CAPITULO UNO
(Tomado del libro “¿Señor, qué debo hacer yo?”)
¿Qué le está sucediendo
al Cristianismo tradicional?
Por
Fred R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Se
supone que la Iglesia debería ser un cielo—un lugar a donde uno puede ir para
tener una convivencia alentadora y substanciosa; un lugar donde uno puede
adorar a Dios cómoda y tranquilamente; un lugar donde uno puede ser inspirado,
instruido en las Escrituras, recibir respuestas a preguntas de la vida—e
incluso ser corregido. Pero para millones de personas, el ir a la Iglesia es
una cosa del pasado. Ellos están entre los crecientes rangos de los
“desertores” de la Iglesia—aquellos que prefieren quedarse en casa,
antes que gastar tiempo y energía en una iglesia que en su estimación, ya no
representa a Cristo, o ha cesado de ser relevante en sus vidas. Éste “éxodo
de desesperación” se ha estado formando durante mucho tiempo—y se está
acelerando a un ritmo alarmante. Es por eso que de acuerdo con los censos
mas recientes, los números de desertores han incrementado en cifras elevadas.
¿Qué
hay detrás de todos los bancos vacíos? ¿Por qué la gente está dejando la
iglesia? Para estas personas, los domingos por la mañana en la iglesia se han
vuelto demasiado aburridos o dolorosos. “La gente está aburrida y estupefacta
en la iglesia. Brincarse un domingo no distrae la calidad de su semana” según
Duin. ¿Por qué? Porque la iglesia no tiene nada qué ver con sus vidas reales. Lo
que se habla y se predica, es irrelevante a su existencia en el siglo
veintiuno” (p.32; énfasis agregado). Así, “Grandes grupos de Cristianos
están optando por salirse de la iglesia, porque les resulta imposible quedarse”
(p.21). Pero como veremos, estos desertores no se han vuelto irreligiosos
espontáneamente; más bien, están frustrados por el fracaso general de la
iglesia establecida.
La situación actual en México y
Latinoamérica
¿Qué
está sucediendo con el “cristianismo,” cuya fe es abrazada por la gran mayoría
de la población latinoamericana? ¿Qué cambios ha sufrido la sociedad de América
Latina en cuánto a religión? De acuerdo con el Dr. Enrique Luengo González,
coautor del Libro “La Iglesia Católica y la Política en el México de Hoy”
en conjunto con José de Jesús Legorreta Zepeda (compilador) y otros autores,
“para comprender estas transformaciones religiosas es pertinente considerar el
proceso creciente de desigualdad en la sociedad. El crecimiento económico no ha
conducido a una mayor integración social sino a la configuración de dos
realidades cada vez más marcadas por sus diferencias: élites económicas y
poblaciones empobrecidas, minorías ilustradas, y mayorías analfabetas, acceso a
servicios de primer mundo y marginación de los servicios más elementales…” (La
Iglesia Católica y la Política en el México de Hoy, p. 37).
La
iglesia en América latina está estancada en una crisis ascendente. En la
opinión del doctor José de Jesús Legorreta, la iglesia
latinoamericana ha sufrido un éxodo silencioso y masivo de creyentes. Según
el Dr. Luengo González, la configuración actual del ámbito religioso en México
[y en América Latina] ha ido de la presencia casi absoluta de la iglesia
católica, a la multiplicación de nuevas opciones religiosas (p. 39). Este
fenómeno se puede ver reflejado en los datos estadísticos de los censos más
recientes en México, del año 1970 al 2010. De acuerdo con la información de
estos censos, el Dr. Luengo González afirma que ha habido una disminución
acelerada de la población que se define como católica (p. 39). Las estadísticas
reflejan los siguientes datos: 1970 - 96.17%; 1980 - 92.62%; 1990 - 89.69%;
2000 - 88.22%; 2010 - 83.9 %.
En
su artículo de la revista Política y Sociedad, núm. 22, José María
Mardones menciona un proceso de “desinstitucionalización,” el cual según el
Dr. Luengo González “No es otra cosa que el alejamiento en distintos grados, de
la Iglesia por parte de sus miembros.” Los factores de este alejamiento se
deben a la “indiferencia religiosa, y a la flexibilización de la adhesión a la
iglesia y a su sistema de creencias.” (La Iglesia Católica y la Política en
el México de Hoy, p. 39).
Por
otra parte y no obstante a los datos estadísticos anteriores, América Latina ya
es el continente con mayor número de católicos en el mundo, según estudios del
Dr. Enrique Luengo González. ¿Qué papel representa México en cuanto a la
religión dentro de la comunidad Latinoamericana? En realidad podemos decir que
México ocupa una posición de liderazgo en cuanto a religión se refiere, siendo
que aún es el país latinoamericano con mayor porcentaje de feligreses de
acuerdo a su población, y el que más visitas papales ha presenciado desde 1979.
Con estos datos podemos concluir, que la iglesia católica está tratando de
hacer algo a raíz de la disminución considerable de feligreses, ya que está
luchando por llevar a cabo un proceso de restructuración desde el Vaticano.
La Iglesia cada vez más Irrelevante
“Parece ser que el problema, es la misma iglesia
[organizada, y establecida],” afirmó Julia Duin, autora del libro “Dejando
la Iglesia.” Estudio tras estudio prueban, que muchos feligreses
continúan sus prácticas religiosas privadas, tales como el estudio de la
Biblia, la oración a Dios, e incluso compartir su fe en Jesucristo. Pero han
renunciado a la institución” (P. 18; énfasis agregado). En su libro, Your
Jesus is Too Safe, Jared Wilson desafía a los cristianos a dejar atrás a su
Jesús de entrada por salida, que siempre les hace sentirse bien, y a abrazar al
verdadero Cristo. Él argumenta que “ningún mensaje ha sido tan usado,
explotado, ni apropiado, como el de Jesucristo… [Ninguna] figura histórica ha
sido más marginalizada, ni más accesible, que Jesús. Para muchos hoy en día, Él
es una marca genérica, un logo, un eslogan, un remedio.” (p.12). Un buen
ejemplo es el “QHJ” (¿Que Haría Jesús?) un lema popularizado por feligreses
durante los 90’s. El logo QHJ, es aún mostrado con orgullo por miles de jóvenes
a manera de pulseras o brazaletes. Pero, ¿Cuántos jóvenes saben en
realidad (o siquiera les importa), lo que Jesús haría en una determinada
circunstancia? ¿Acaso los niños de hoy están más cerca de Dios como resultado de
la moda QHJ? Todas las estadísticas mostrarán que tales campañas son
típicamente inefectivas, al tratarse de crecimiento espiritual real; de hecho,
la mundanería continúa haciendo serias incursiones en la iglesia,
corrompiendo a la juventud. La realidad es, que el eslogan “Publicitario de
Jesús” no cambia las vidas de las personas.
Wilson
agrega: “No es de extrañarse que el mundo no tiene a Jesús, porque hemos
pasado décadas vendiendo un elenco de Jesús, en nuestra propia imagen.” Como
resultado, nuestro Jesús popular “ha inspirado a millones a hacer una oración,
para obtener Su perdón—y luego seguir viviendo vidas, desprovistas de Su
presencia… En gran parte de la iglesia hoy, nosotros adoramos a un Jesús conveniente.
Nosotros lo designamos como nuestro ‘Señor y Salvador,’ pero esta frase tiende
a servir meramente como una etiqueta que, en nuestras vidas espirituales
superficiales, oculta Su verdadera función—nuestro Gran Ejemplo” (pp.
13-14; énfasis agregado). El punto es, que el Jesús popular de la etiqueta
parachoques del cristianismo, simplemente no es relevante a los
problemas reales y al estrés que la gente enfrenta.
Duin
y otros observadores han descubierto, que muchos feligreses desilusionados
estaban enfrentándose a circunstancias difíciles en sus vidas personales,
cuando optaron por salirse. Algunos necesitaban de ayuda verdadera
desesperadamente. Sin embargo, sus pastores eran inútiles para darles consejo
significativo. La iglesia corporativa los había decepcionado. Como resultado,
estaban teniendo problemas personales para “conectarse con Dios” (p.22). La
investigación de Duin, sugiere que muchos feligreses simplemente no son
pastoreados. “Frecuentemente, los ministros [pastores y sacerdotes] no
están en contacto con lo que está ocurriendo sobre el terreno… [y fracasan en
afrontar] los serios problemas, que muchos [cristianos] enfrentan.” Entonces,
no es de extrañar que mucha gente ya “no se conforma a perder parte de sus
domingos, en una institución que no les da nada” (p.23; énfasis agregado).
Pareciera que la iglesia, ha ignorado
convenientemente, las crudas realidades de la vida. “No
están predicando sobre problemas reales—divorcio, castidad, cohabitación—que
las personas enfrentan,” según Mike McManus, un escritor cristiano sindicado. “Hay
una evasión de los grandes problemas, que las personas enfrentan… La iglesia es
un gran cero, cuando se trata de [educar a la gente sobre] problemas
matrimoniales” (Duin, pp.113-114).
Por
ejemplo, Lauren Winner, una ex editora en jefe para Christianity Today,
ha estudiado los estilos de vida de “cristianos” solteros (que, como grupo, son
frecuentemente descuidados por las iglesias corporativas). Ella descubrió que “la
típica iglesia, no tiene ni idea de las tentaciones sexuales que florecen” en
la sociedad de hoy. Los predicadores bienintencionados usan tópicos, si es
que dicen algo para recordarles a sus solteros que se mantengan célibes.” Pero
la mayoría de las veces, ellos ignoran a los miles de “cristianos”
solteros, que desobedecen éste mandato (Duin, p. 34). Incluso, hay casos en los
que se da a las personas permiso para hacer tales cosas, enseñándoles que
pueden ser eximidos con la simple confesión de sus pecados, ¡sin necesidad de
un arrepentimiento verdadero! Como Duin lo señala, los problemas sexuales son
especialmente difíciles, y los pastores y sacerdotes de las iglesias son
lamentablemente negligentes, en enseñar que sí es posible vivir
de acuerdo a los estándares de fidelidad bíblicos. Ellos simplemente no están
para lidiar con los problemas de la vida, y no les importa lo que diga la
Biblia. Con tal desconexión de la realidad, ¿es de extrañar que muchos
feligreses solteros, “entren en un estado de adormecimiento sin vergüenza, o
frustración” (p.36)?
En
su libro Revolution, publicado en el 2005, George Barna escribe que un
nuevo tipo de cristiano—que él llama “revolucionarios”—está emergiendo de
la iglesia establecida. Él dice que éstos son creyentes serios—alrededor de 20
millones de miembros—que “no están dispuestos a jugar juegos religiosos, ni
están interesados en ser parte de una comunidad religiosa, que no esté
avanzando al Reino de Dios agresiva, e intencionalmente.” Más bien, “son gente
que quiere más de Dios—mucho más—en sus vidas. Y ellos están haciendo lo que
sea necesario para obtenerlo.”—incluyendo dejar el cristianismo
organizado (p.7). Él añade que hoy “millones de seguidores devotos de
Jesucristo, están repudiando los sistemas y prácticas tibias de la fe
“cristiana”… Ellos no tienen ningún uso, para las iglesias que juegan
juegos religiosos… [o que disfrutan] de los servicios de adoración que se
hacen sin la presencia de Dios. Él añade, que tales revolucionarios “evitan
ministerios que ponen en peligro, o que persuaden nuestra naturaleza pecadora,”
y están “avergonzados del supuesto lenguaje que promete el amor cristiano y la
santidad, pero que resulta ser todo un chisporroteo no substancial” (pp.
11,13-14; énfasis agregado).